martes, 27 de abril de 2010

BBs


Por abandonados, maltratados, olvidados, mal deseados, no deseados.                                     Por ser consecuencia  del abuso o de la violencia sexual van quedando en hospitales o salas de salud, derivados a hogares o instituciones, van transformándose en anónimos y gordos expedientes, son relegados lentamente en un sistema burocrático, pernicioso, que pretende garantizar algunos de sus derechos, menos el de ser criados por una familia.
Sin teta, con pocas caricias van creciendo como sus expedientes y sus legajos, con la mirada triste, con un pasado incierto y un futuro dudoso. Crecen guachos, sin poder decir esas primeras palabras que estructuran el lenguaje y su aparato psíquico...privados de decir “mamá”, “papá”. Privados de los mimos tan necesarios. Privados de la mirada adulta que estimula, ama y ayuda a crecer.
Todo niño tiene derecho a vivir con una familia, verdad de pedregullo.                                       Cuando un sistema que dice preservar y garantizar los derechos, en función de estos mismos derechos, se olvida que los tiempos de los niños, son tiempos rápidos, tiempos veloces.              Cada día es eterno, las noches son largas y ellos van creciendo.
¡Cúantos niños y niñas necesitan de mamás y papás!
Hay aquellos que fracasan en intentos para que los niños se reintegren a algunos grupos familiares deteriorados, que ya han expulsado o excluido a otros de sus integrantes menores, por priorizar los lazos sanguíneos y biológicos. Así se provoca una contraposición de intereses, progresismo conservador, o conservadorismo progresista, garantismo de largos procesos jurídicos, que desconoce que el niño es hoy. Es un hoy permanente que requiere el cuidado que todo cachorro necesita, el cuidado de la cría que sólo una mamá puede garantizar.
Se los ve tristes, sonriendo ante cada adulto que se les acerca, abrazan fuertemente como para que no se les suelte, sufriendo días de la madre, del padre, con sus regalitos pegoteados y coloridos sin destinatarios precisos, sufren plazas y paseos cuando ven a otros niños con eso casi desconocido y deseable que es una familia. Así pasan domingos, navidades y a veces pasan años. Eso se conoce como institucionalización.
Mientras los teóricos hablan sobre una niñez hipotética e idealizada, yo les hablo de una niñez real, que no entiende de tiempos políticos o jurídicos y desconoce sus derechos. Sólo saben lo que quieren y lo que quieren lo dicen, con esas enfermedades crónicas e imaginarias, con esas conductas alocadas y bizarras, con sus dibujos, con los juegos, con tantas lágrimas y pesadillas nocturnas... lo dicen con sus palabras.
El sistema de adopción es engorroso y complejo pero... ¿qué culpa tienen los niños? 
El sistema es responsabilidad de los adultos. Falta de articulación, superposición de efectores, carencias, fallas groseras en los dispositivos de registro, la permisividad con que se tolera la adopción directa (eufemismo de la comercialización de bebés), los largos años de espera de los listados de familias adoptantes...

¿Cómo se llega a la adopción?... o no se llega a ella.
En principio se deben establecer las medidas de protección para que el niño o niña en situación de riesgo, que se encuentre en una comprobable situación de vulnerabilidad, ingrese a un dispositivo que garantice sus derechos más elementales tales como la alimentación, la salud, el cuidado especial, la educación, la recreación y el afecto. Para ello son albergados en lo que se conoce como hogares para niños. Estos dispositivos que se plantean como una alternativa transitoria, por algunos motivos ajenos a los propios hogares, terminan siendo el lugar de residencia de los niños por tiempos excesivos, lo que afecta a su sano desarrollo.

¿Por qué llegan los niños, niñas a los hogares?
Puede ser por estar en situación de calle, de abandono, adultos (i)responsables adictos, violentos o con alteraciones psiquiátricas sin tratamiento, familias sin condiciones para el ejercicio de la maternidad y paternidad responsable o casos de maltrato o abuso sexual.

Si la familia no se encuentra en condiciones o fuese la responsable del maltrato o del abuso, o ella misma como grupo o individualidades se encuentra en situación de vulnerabilidad social, como adicciones, situación de calle, prostitución, marginalidad, pobreza extrema, o privados  de la libertad, y no hay en la familia ampliada algún referente adulto responsable que quiera y pueda hacerse cargo del niño o niña,  se solicita que se declare lo que se llama estado de abandono, que debe ser declarada por el juez interviniente, previa re confirmación de la situación total de ausencia da adultos capaces, responsables que quieran, puedan y estén en condiciones  de asumir la responsabilidad de la crianza del niño o niña en cuestión .

Una vez declarado el estado abandono se solicita la declaración del estado de adoptabilidad.  Una vez declarado el estado de adoptabilidad, recién ahí da comienzo la búsqueda de las carpetas de las familias adoptantes, acorde a las características del niño o niña, las características de los adoptantes,  que resulta dificultosa por;
-  la falta de actualización de los registros;
-  la falta de articulación de los organismos efectores intervinientes;
- el prolongado tiempo de espera de los adoptantes;
- la falta de comunicación fluida entre los que participan del proceso;
- la burocracia;
- las diversas miradas ideológicas o técnicas con respecto al tema;
- los prejuicios;
- la falsa expectativa de algunos adoptantes al solicitar bebes “ a la carta”;
- la alta exposición emocional a que se somete a las partes en estas instancias.
Las faltas de acuerdo y las luchas de poder dentro del ámbito judicial, institucional o de organismos que disputan en estos terrenos tan delicados cuestiones políticas o de presupuesto.
La ignorancia sobre lo que significa realmente la institucionalización y lo perjudicial que esto influye en la vida de los niños y niñas.

La niñez es algo más que expedientes y estadísticas.
El hecho de trabajar a diario con niños reales, que tienen moco, lloran, se enojan, gritan, corren, rompen juguetes, se pelean en la escuela, se enferman, cantan, bailan, disfrutan, hacen berrinches, abrazan, desean, necesitan, sueñan con una familia, a veces nos ponen en un lugar de respeto irrestricto a esa necesidad básica y fundante, la de tener mamá y papá.

En diversos ámbitos con directivos de hogares y diversos funcionarios preocupados y ocupados en lograr mejorar el dispositivo de adopciones establecimos algunos números que darán cuenta la dimensión de lo que estamos hablando.

Según datos no oficiales, pero fáciles de corroborar podemos decir que en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires se encuentran al mes de agosto aproximadamente 70 niños, niñas y jóvenes en estado de adoptabilidad declarada; siendo la proporción entre varones y niñas casi iguales, que casi la mitad de ellos son grupos de hermanos, la distribución por edades  y género seria la siguiente:
El 28,79% corresponde a niñas entre 5 y 12 años, el 22.73% a niños entre 5 y 12 años, el 18.18% corresponde a niñas de más de 13 años, el 13,24% corresponde a niños menores de 4 años y el 10.29 % a niñas menores de 4 años y 9.09% niños mayores de 13 años.

El promedio de tiempo desde que se realizó el pedido hasta que se otorgó la adoptabilidad es de 330 días, habiendo un rango entre  80 días el mínimo y 900 días el máximo.

La relación entre la edad de los niños, niñas y adolescentes y el tiempo en estado de adoptabilidad seria la siguiente: El 5.5% de los niños llevan el menos del 10% de su edad en estado de adoptabilidad, el 22,2% llevan entre el 11 y el 20 % de su vida, el 11.11% entre el 21 y 30% y otro 11% llevan más del 30% de su vida en estado de adoptabilidad, sin superar ninguno el 50%.

Con relación a los años de judicialización (dependencia de juzgados) de los niños, niñas y adolescentes se puede decir que el 36.36% (12 niños) corresponde a niños que han vivido entre el 80 y 100% de su vida judicializados, el 9.09% (3 niños) han vivido entre el 60 y el 80% de su vida judicializados, el 33.33% (11 niños) han vivido entre el 40 y 60% de su vida, y el 21.21% (7 niños) entre el 20 y el 40% de su vida.

Aproximadamente serían casi  veinticinco (25) niños, niñas y adolescentes que se encuentran en estado de adoptabilidad pedido no declarada el  48% son niñas y el 52% niños. La distribución de la población es la siguiente: el 36% corresponde a niñas entre 5 y 12 años, el 28% a niños entre 5 y 12 años, el 16% corresponde a niños menores de 4 años, el 12% corresponde a niñas menores de 4 años y el 8 % a niños mayores de 13 años.

El promedio de tiempo transcurrido desde el pedido es de 245 días, mientras que el rango de variabilidad menos-mayor es 55 – 480 respectivamente.

Los días para un niño. niña y adolescente desde el pedido de adopción hasta que esta se concreta sería: 
- Adopción otorgada serian mas de 370 días
- Estado de adoptabilidad declarada mas  de 310 días
- Estado pedido no declarado mas de 160 días

Los hogares son el principal efector que solicita las declaraciones de adopción por casi el doble de solicitudes que otros organismos intervinientes

Números solo números. Detrás de cada porcentaje, detrás de cada estadística hay dolor, ilusiones , deseos, lágrimas y tiempo que se va y no se recupera.
Es un tema complejo el de la adopción, pero será hora de comenzar a  pensar en los niños y niñas y actuar en consecuencia  en forma  urgente y a conciencia

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